Los teatros ambulantes llamados “Carpas”

Los teatros ambulantes llamados “Carpas” surgieron en la capital mexicana, y luego en otras ciudades del país, para cubrir la necesidad de las clases populares de tener espacios de esparcimiento y diversión. Fueron sumamente populares a inicios del siglo XX, hasta prácticamente desaparecer en la década de 1960. Los cuales se realizaban en una infraestructura móvil con techo de lona.

En sus orígenes, el teatro fue utilizado por las autoridades para mantener a la población distraída de los sucesos políticos, económicos y sociales que vivía el país, siendo eventos totalmente reservados para las clases privilegiadas. El “Teatro de los Ricos”, nada tenía que ver con el pueblo llano, cuyos precios estaban fuera del alcance de sus bolsillos.

Las carpas eran itinerantes y montadas el mismo día en que se daba la función, esto hacía que el público se identificara más con los actores, ya que había una convivencia más cercana. Estas eran económicas, ya que se presentaba el espectáculo sobre un templete de madera y se acomodaban sillas, (en sus inicios, los mismos asistentes llevaban sus bancos o sillas), usaban lonas o tablas de madera para improvisar los camerinos.

La mayor parte de las carpas, presentaban principalmente a cómicos, bailarinas y cantantes, en ocasiones, algún mago o prestidigitador y también malabaristas o ventrílocuos.

Generalmente, las funciones constaban de tres “tandas”; en la primera entraba púbico de todas las edades, incluyendo niños, y presentaban a los artistas menos conocidos o que atraían poco público; ya en la segunda incrementaba la calidad del espectáculo. La tercera, ya después de las 8 de la noche, era el “platillo fuerte”, con artistas y cómicos, ya de algún prestigio; siendo ahí donde surgieron Cantinflas y Manuel Medel, considerado junto con Fernando “El Panzón” Soto, como los primeros humoristas critico-políticos, Medel optó el mote de “Palillo” y al final, se posesionó como el principal actor representativo de este género. Igualmente hicieron su aparición personajes como: Resortes y Clavillazo.

El espectáculo comenzaba desde la llegada de un camión que descargaba en un barrio o en una calle, una carpa modesta con piso de tierra que podía albergar 100 espectadores. Armado el recinto, los “gritones” empezaban a llamar al público a la función que duraría parte de la tarde hasta adentrarse en la noche, ensalzando a los artistas y músicos. El público, era en su mayoría gente de escasos recursos, principalmente obreros y empleados, pero el interés, hacía llegar también a periodistas y críticos de arte, los cuales llegaban con la expectativa de ver números musicales con coristas en vestuarios mínimos, temas actuales de crítica política expresados por personajes del barrio; el borracho, el vago, y una buena cantidad de pícaros que ponían en ridículo al político, que se sentía el más listo. Se burlaban del catrín por medio formulas caricaturescas que colocaban el ingenio del personaje de clase baja por encima del de clase alta

La realización de los deseos de una vida digna, de justicia social, de venganza por la opresión a las clases bajas, tomaron forma en la carpa, mucho antes que en los análisis sociales y políticos de la época previa a la Revolución, pero también durante la misma y en la etapa posterior, y la crítica que ella encarnó desapareció solo a causa de la mediatización de la televisión y de la censura que los gobiernos aplicaron.

Quienes acudían a las funciones tenían la oportunidad de conocer a los artistas, cantantes y cómicos, que escuchaban por la radio, así como a hermosas vedettes que los deleitaban con sus bailes y coloridos vestuarios llenos de lentejuelas y plumas.

Como dice un adagio popular: “qué tiempos aquellos señor don Simón”.

Recuerden nosotros solo somos esencia y lo que perdura son nuestras obras.

Hasta la próxima.

 #Babel22

 

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